A la Plaza del Mercado
Un ciego i un zunco fueron,
I del carro se cayeron
Como chanchos mancornados.
Fíjense bien, ciudadanos,
Que el suceso es divertido:
El autor les ha escribido
Un paso de dos villanos,
Marchaban estos paisanos
Por la calle del Estado;
Lo mas lujoso i aseado
Buscaron en su regreso;
Llegaron pidiendo grueso
A la Plaza del Mercado.
Estos dos en relaciones
Trataban de hacer el gasto,
I les dijo el juez de abasto:
¿De dónde salen, visiones?
En prudentes proporciones
La palabra percibieron;
Con justicia se opusieron
Por defender su conduta,
I los de esta gran disputa
Un ciego i un zunco fueron.
El zunco, por más anciano,
Observó aquel argumento,
I se fué con paso lento,
Con el ciego de la mano.
Le dijo: «Vamos, hermano,
Que aqui mal nos recibieron.»
Todos a la contra dieron,
I uno de ellos les decía:
Les pegaron ese día,
I del carro se cayeron.
Solicitando hospedaje,
Llegaron a la Estación;
Todos con admiraríacion
Viendo a aquellos personajes.
Dispusieron este viaje
Por sor más inspeccionados;
Decían: por tomar grados,
Llegamos a los centrales;
Paseaban en los portales
Como chunchos mancornados.
Al fin, fueron por rescate
A un hotel de pensionistas;
Parecían a la vista
Ser de la Casa de Orates.
El mozo un gran disparate
Les dijo al verlos sin cobre…
Dijo el ciego: soi de hombre
I feliz en el lugar:
I se fueron a hospedar
Con el zunco a la Olla del Pobre.