Volaron aquellas horas
en que la mente delira
sin cuerdas està mi lira
i sin fuego el corazon.
I pues que cantar no puedo
tus encantos i embelesos,
a una historia de dos besos
presta, niña, tu atencion.
En los inmensos espacios
dos besos que iban errantes,
vagos, perdidos, flotantes,
se llegaron a encontrar.
I al tocarse levemente,
yerto el uno i maldecido,
tembló el otro, como herido
por aquel roce fatal.
I entre el éter i las nubes
do el trueno tiene su cuna,
un tibio rayo de luna
los ilumina a los dos.
I el silencio interrumpiendo
que en los espacios reinaba,
un jénio que allí pasaba
oyó la siguiente voz:
—¿Quién eres? —A donde vas
por el espacio infinito?
—Tan fresco tú, Tú marchito.
—¿De donde saliste, di?
—Yo soi ternura.—Yo rabia.
—Yo dulzura.—Yo dolor.
—Yo soi hijo del amor.
—Yo del ódio i frenesí.
—Yo vierto un alma en otra alma
divinizando las dos:
soi el hálito de Dios,
soi inocencia i virtud.
—I yo soi remordimiento,
infamia, oprobio, perfidia:
soi maldicion, soi envidia
i perversa ingratitud.
—Yo soi perfume suave,
soi celestial armonía,
soi placer, soi alegría,
soi esperanza que brota.
—Yo soi maldición, blasfemia,
soi rencor de furias lleno,
soi para el alma, veneno
que destila gota a gota.
—Yo soi pureza i esencia.
—Yo crímen i falsedad.
—Yo salvé a la humanidad.
—Yo a la humanidad perdí.
—Soi yo de orijen divino.
—A mí el infierno me hizo.
—Yo nací en el Paraiso.
Yo en Jerusalen nací.
—Yo soi virtud —Yo maldad.
—Yo inocencia..Yo delito.
—Yo soi deleite infinito.
—Yo soi infinito horror.
—Digámonos, pues, quien somos
i así saldremos de dudas.
—Yo soi el beso de Judas.
—Yo el primer beso de Amor.
Nota: verso de José Hernández, ver.