En nuestra capital, a seis de Agosto
del pretérito año ochenta i seis,
dia de dicha i de placer angosto,
severo como el fallo de la lei,
sin comprender su exajerado costo
cara a cara me vi con una chei
que diera orijen a la triste historia
que sacrifica tanto mi memoria.
No la quise al principio, no la amé,
no electrizó mi alma su mirada;
pasó fugaz, como pasar se vé
fosforesente llama, coloreada
i cuando al fin mi corazón toqué
al ver su pulsacion normalizada,
comprendí que no todas las mujeres
encierran en los ojos alfileres.
continuarà
ROLAK