Yo soi José Manuel Sala,
veintidos años no entero,
nací en angol, soi soltero
i carpintero de escalas;
llegué a Santiago en las malas
hará como cinco dias
de mis pellejerías
me lamentaba yo el Martes
en la misma calle Duarte,
en una cosinería.
En esto llegó Bermal
a quien yo no conosia,
pero como le veia
cara de pion a jornal,
de una manera formal
le busque combersacion
paraver si ocupacion
el me podia buscar
i logramos contiuar
bebiendo hasta la oracion.
A esa hora me dijo:
«es presiso que nos vamos»
i a su casa caminamos,
la cual yo no sé de fijo
porque aqui no soi prolijo
i estaba ebrio, señor Juez;
a la mañana despues
desde el suelo en que dormia
vi que a su muger reñia
Bermal con gran interes.
Al nùmero ochenta i ocho
de la calle Chacabuco
me llevó despues mi cuco
i al lado sur del Mapocho;
golpió con un corvo mocho
i una señora le abrió
i Bermal me presentó
por un hombre conocido
cuando se habia ido
para matarla me habló.
Conforme con nuestro plan
cuando ella volvió a la piesa
de un hachazo en la cabeza
cayó de boca al zaguan;
como gritó con afan
aunque mui agonizante
la niña corrió al instante
pero de otro fiero hachazo
cayó de la muerte en brazo
ensangrentado el semblante.
Al ver su rostro tan bello
Bermal la quiso violar
pero yo le hice notar
que el tiempo no era para ello
nos fuimos despues de aquello
a robar cuanto pudimos
i cuando arrancar quisimos
a la calle por la puerta
en vez de hallarla decierta
llena de gente la vimos.
Propuso entonces Bermal
saltar la tapia trasera
i colocó una escalera
a tiempo que un oficial
por la tapia lateral
con prontitud se asomaba
Bermal la tapia saltaba
i yo no supe mas dél
este es mi relato fiel
i mi confecion acaba