Eso que sientes zumbar
del colmenar en la reja,
¿sabes donde va a parar?
¿sabes a qué se asemeja?
¿es hambre de trabajar
por el pais esa queja?
¿es oro o es rejalgar?
es zángano o es aveja?
¡Atención! va a contestar
la siguiente moraleja:
Siendo Franklin un pequeño
hacha al hombro, por la calle
vió caminando hácia el valle
a un hombre con raro empeño
quien le habló con dulce ceño
si le podria prestar,
por no ser de aquel lugar,
una piedra afiladora:
le ruega, acaricia i llora
i aun lo llega a besar.
Franklin con mucha emocion
lo sirvió perfectamente,
le trajo el agua caliente
i dió vuelta al molejon;
fatigaba el corazon
al chico su cometido
i al irse, por el tañido
que lo llamaba a la escuela:
«un poco más mi gacela»
le dijo el viejo aflijido.
Concluida la tarea
le dijo el viejo indignado:
«véte, chico mal criado,
al Colejio de la aldea,
¡qué has hecho cosa mui fea
no yendo a él, por jugar!»
Desde entonce al oir hablar
al magnate dulcemente,
decia él: «seguramente
tiene un hacha que afilar».
Nota: verso publicado por El loro, ver.