Al oir mi dulce canto
Despierta preciosa Ester;
Deja tu lecho señora
Mira que te vengo a ver.
Gustoso i con alegría
Tomé la vihuela atento,
I me marché mui violento
Solo a darte el feliz dia.
Quiero hacerte compañía
Yo sin ser un varon santo,
Me presento sin quebranto
A cantarte a tu ventana,
I sale de buena gana
Al oir mi dulce canto.
No duermas tanto paciente
Que el sueño es como la muerte,
No sea que en polvo inerte
Quedes de un de repente.
Vístete lijeramente
Que está para amanecer,
Yo te vengo a entretener
Trovando versos divinos;
Por eso al oir mis trinos
Despierta preciosa Ester.
Un ramillete de flores
Traigo para regalarte;
Si no llegas a enfadarte
Te declaro mis amores.
Ya están los blancos albores
De la esclarecida aurora,
Anunciándote la hora
Antes del toque de diana;
Si pretendes vivir sana
Deja tu lecho señora.
Yo vengo a darte el contento
Mui feliz en hora buena,
Disipa tu angustia i pena
Al són de un pobre instrumento
Deseo el tomar asiento
Junto a tí, en buen parecer,
Goza de gozo i placer
Si acaso te hallas despierta;
Sale a esperarme a tu puerta
Mira que te vengo a ver.
Al fin, ninfa, sin mentir,
Vine a hacerte una visita;
Pero te dejo solita
Hoi! que ya me voi a ir.
Me quiero aquí despedir
Con gratitud i con anhelo,
Te han de servir de desvelo
Mis amorosas tonadas;
Al pintar las alboradas
Dame la dicha i consuelo.