En una columna atado
Fué puesto el Reo inocente,
Azotado mui cruelmente
Se vió su cuerpo sagrado.
Para cumplir, pues, fielmente
La pena que le impusieron,
Dos verdugos lo trajeron
Con vara precisamente.
Los dos convenientemente
Toman al Maestro amado;
Lo amarran asegurado,
Dan comienzo al gran tormento
Dejándolo un buen momento
En una columna atado.
El tormento comenzó
Sobre el Hijo de María,
La sangre a mares corria
Por su espalda, digo yó,
Su quejido se escuchó.
Desde léjos, ciertamente;
De la columna pendiente
Su cuerpo sagrado está;
I en esta forma en verdad
Fué puesto el Reo inocente.
Seis mil seiscientos i tantos
Azotes le prodigaron,
Su herida desangraron
Bastante, dicen los santos,
I muchos amargos llantos
Le oyeron precisamente.
Poncio sale nuevamente
Al pueblo i dice: — No hai cruz
Porque ya ha sido Jesus
Azotado mui cruelmente.
—Nó, responde el pueblo ingrato,
La cruz para el hechicero,
Barrabás sea primero,
Libre, dicen a Pilato;
Entónces el juez insensato
Complace al pueblo malvado;
Nueva sentencia ha dictado
De muerte para Jesus,
I mui pronto en una cruz
Se vió su cuerpo sagrado.
Por fin, dos facinerosos
Al Calvario son llevados,
I en medio de los malvados
Van con Jesus mui gustosos.
Los fariseos rabiosos
Prodigan los inocentes
Mil insultos ciertamente
Que por burla le decian;
I una corona le hundian
De espinas sobre su frente.