En raza tan estraviada
como se está refiriendo
¡como estaria sufriendo
la cautiva desgraciada!
aquella india malvada
que tanto la aborrecia
empezó a decir un dia
por que falleció su hermana
que sin duda la cristiana
le habia hecho brujería.
El indio cayó en la trampa
porque por aquella trama
i la cautiva la llama
se la llevó a la pampa;
ahí el ultraje no escama
i la empezó a amenazar
que habia de confesar
si la brujería era cierta
o hasta que quedara muerta
la tendria que azotar.
Le arrebató con furor
al hijo de entre sus brazos
i de cuatro rebencazos
la hizo crujir de dolor,
en seguida con rigor
azotándola seguía
mas i mas se enfurecía
mientras mas la castigaba
i la infeli se atajaba
los golpes como podia.
Al ver el valor grandioso
con que hacia resistencia
lo tomó por insolencia
aquel salvaje rabioso
así le dijo furioso:
¡¡confechando no queres!!
la dió vuelta de un revéz
i por colmar su amargura
a su tierna creatura
se la degolló a los piés
Nota: versos basados en “La vuelta de Martín Fierro” de José Hernández.