Lectores, voi a narrar
La increible discusion
Que tuvo en cierta ocasion
El fuego para empezar,
Al tiempo de comenzar
Dijo el fuego mui violento,
—Yo soi pues el elemento
Mas grandioso de la tierra,
I no hai quien me haga la guerra
Ni en el mismo firmamento.
El agua le contestó:
—Tú sois solo un embustero,
Un ladron, un traicionero,
Al cual no respeto yo;
Tú no me dirás que nó,
Que cada i cuando has luchado
Conmigo i yo te he ganado
I, por fin, te digo a tí,
Que nadie puede sin mí
Ser por cierto bautizado.
—Pero mujer, yo te juro
Que si se ofrece un bautismo
En algún sitio de abismo
O en un cuarto bien oscuro
Todos con bastante apuro
Tendrán al fin que buscar
Fuego para comenzar
La ceremonia, sin duda,
I vez que sin mi ayuda
Tu no puedes bautizar.
—Dejando el bautismo a un
Sin mi, te voi advertir, [lado,
Que nadie puede vivir
Esto está mui bien probado,
¿Qué haria un pobre cercaro
Por la sed, aunque hubiera fue-
Tendria que morir luego [go?
Porque tú sois inhumano
Que queris para el cristiano
La muerte, por fin, te agrego.
—I con agua solamente
En el mundo ¿qué se haria?
De seguro moria
De frio toda la jente.
¿Con qué el rico pan caliente
Se haria, yo te pregunto?
Fijate bien que el asunto
Es grave de toda suerte,
I yo tengo que vencerte
En este gran contrapunto.
—Sin fuego la humanidad
Puede vivir lo mas bien,
Pero si falto tambien
Yo, se muere a la verdad;
En ninguna sequedad
Puede haber un ser viviente,
Aunque todo allí caliente
Se encuentre, hablando claro,
Muere si acaso mi amparo
No llega precisamente.
(Continuará)
Es propiedad del autor.—Se prohibe la reimpresion de estas poesía
Juan B. Peralta
GáIvez 158