Los halagos que me hacias
que mal, tirana, has cumplido:
un amor tan estremado
en nada se ha convertido.
Al principio de tu amor
tiernamente me apreciabas,
i con esto aparentabas
un cariño superior.
Yo vivia en el error
de que tu amor no finjias,
i al cabo de pocos dias
me hiciste ver, ¡oh tormento!
que solo era finjimiento
los halagos que me hacias.
Me prometiste constante
pagar tú mis desvelos,
i que la furia de celos
no aflijiria a tu amante.
Pensaba salir triunfante
pues lo habiais prometido;
pero al contrario han salido
tus halagos, tus finezas,
i olvidando tus promesas,
qué mal, tirana, has cumplido.
Confiado en tu buena fé
te entregué mi corazon;
mas tú buscaste ocasion
de engañarme, cual se vé,
¿Dime, tirana, por qué
tu promesa has faltado?
Pero no, no me has amado,
i en tu pecho fementido
nunca, jamas ha existido
un amor tan estremado.
Yo hubiera, ingrata, jurado
que me tenias afecto
i que tu amor perfcto
era mi sueño dorado
Mas, ai de mí, que confiado
en el engaño he vivido
tarde habiendo conocido
en verdad i con dolor
que tus finezas i amor
en nada se ha convertido.
Nota: Texto manuscrito “de un poeta peruano”. Verso citado por N. Santa Cruz, La décima en el Perú, p. 313