A LA CLARISA GUAJARDO
I SUS AJENTES

  En silencio he contemplado
Mucho tiempo a la Clarisa
Cientifica poetiza
Que al pais tiene encantado
Ningún burro la ha igualado
A rimar sus poesías
Pues ella a los quince dias
Relata toda noticia
Que ha aprendido sin malicia
En alguna sacristía.

  La Clarisa es un guaton
Del circo Santo Domingo
Mas tonto que el negro cingo
Mas sabio que Salomon:
Este pechoño bribon
Que vive entre josefinos
Con sus versos tan cochinos
Que hoi dia está vomitando
Francamente está empachando
A todos los santiaguinos.

  El poeta es alcahuete
Del clérigo un tal Infante;
I se firma el ignorante
Guajardo como interprete
Al reventar como cohetes
Van sus versos indecientes;
I luego a sus dos ajentes
Intrigantes condenados
Del infierno vomita[do]s,
Los trataré de inoc[en]tes.

  Braulio Rojas mui picado
Conmigo dejó la misa
I se volvió poetisa
El tilei ya mencionado;
Entre la imprenta ha buseado
A otros dos mas picaditos
I ajentes de los versitos
Se hacen los aventureros
I en tres músicos viajeros
Se convierten los malditos.

  La Clarisa sin vergüenza
Compone sus poesías
O sean sus porquerias
I las planta a una prensa;
Luego, cuando ménos piensa
Llegan los asnos cargueros,
I cargados mui lijeros
Salen las dos criaturas
A engañar con sus basu[ras]
A nuestros suplementeros.

  Don Braulio Rojas le adivierto
Que usted sabe trabajar
Pero no sabe cantar
Porque no es cantor por cierto;
Mejor, pues, un burro muerto,
Que usted podria cantar,
Déjese de rebusnar
Siga su tipografía,
O se va a la sacristía
Aunque sea alcahuetear.

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