Mirándose en un espejo
Estaba una viejecita,
Dando un suspiro decia:
Quien mereciera un guainita.
Al tocador una anciana
Dentró un dia acalorada
I al ver su cara arrugada
Que parecia manzana
Dijo con voz soberana:
Mi rostro no está tan viejo,
A esta edad me asemejo
Que casarme bien podia,
I esto la vieja decia
Mirándose en un espejo.
Despues el peine tomó
Para acomodarse el pelo,
Ahí fué su desconsuelo
Cuando trenza no encontró.
Ochenta años ántes yo
Era mui linda i bonita,
Hoi soi una pobrecita
Que ya parezco la muerte;
I llorando de su suerte
Estaba una viejecita.
Yo era blanca i hermosa
Volvió a decir otra vez,
I hoi solo me queda en pié
Nada mas pues que una cosa;
I ésta está toda apestosa
I sin valor para el dia;
Por qué no me moriria,
Agregaba entre sollozos,
Ya no me quieren los mozos,
Dando un suspiro decia.
Tomando la polvorera
Comenzó luego a afeitarse
I aun pues a acomodarse
Como si fuera soltera.
Se miró, i con voz entera
Esclamó la viejecita:
Ya parezco señorita
De las que andan por el centro
I ahora que asi me encuentro,
Quién mereciera un guainita.
Por fin un golpe sintió
La vieja en ese momento.
Adelante, con contento
En alta voz esclamó.
Un jóven se presentó
Solicitando su mano,
Diciendo no soi anciano,
Míreme con interes
Que solo con ciento diez
Cuenta mi fisico humano.