Nace la yerba en el prado,
Entre la verba las flores
Con sus vistosos colores
I su aroma delicado.
Nace la luna en creciente
Alu[m]brando allí en el cielo;
Vestida de un blanco velo
Se ve la mas reluciente;
Nace del monte el torrente
Desde lo mas encumbrado;
Cuando el sol ha calentado
Vaporiza todo el mundo
I en el otoño fecundo
Nace la yerba en el prado.
Nace la brillante aurora
Con su luz resplandeciente,
Hacia al lado del Oriente
Risueña i encantadora;
La parca con voz sonora
En los jardines mejores,
Los mas ilustres señores
Disfrutan de aquel consuelo,
I armonizan con hanelo
Entre las yerbas las flores.
Nace el sol en la alta esfera
Con sus rayos eminente,
Alumbrando permanente
Hasta dar la vuelta entera;
La graciosa primavera
Al coronar los verdores;
La tierra con mil vapores
A la planta fertiliza;
I el vejetal se divisa
De diferentes colores.
Nace la preciosa estrella
Fija en el firmamento,
Al orbe le da el contento
Con su hermosura tan bella;
Dicho resplandor sin ella
No adorna el globo azulado
En el vasto despoblado
Con una armonia tanta;
Nace silvestre la planta
I su aromo delicado.
Desiderio Parra.—Poeta Pequen.