Recostado me encontraba
cuando vi a un caballero
que a mi cerda mui lijero
casi corriendo entraba.
Un papel me presentaba
diciéndome, agregaré:
soi secretario del juez,
i vengo por caridad
a darte la libertad
i adios, hasta otra vez
Yo sali precipitado
afuera del calabozo
i todo el pueblo gustoso
lo recorrí apresurado.
Al Cardona mui cansado
casi aclarando llegué
en esa plaza dentré
i loco ya de contento.
me tomé allí, en un asiento
una taza de café.
Algo mas restablecido
me encaminé hácia el Baron
donde tengo a la zason
un amigo mui querido.
Llegué, él estaba dormido
golpié con recojimiento.
¡Quién es! me dijo al momento
Soi Negrete, dije yo,
mi amigo se levantó
casi loco de contento.
¡Hombre! ¿cómo por aquí?
fué lo que me preguntó.
—El juez libre ya me dió
solo por piedad de mí.
—Mucho sentía por ti
él me repuso llorando,
yo le dije: ya me voi, dando
las gracias por todo eso
pero yo no estoi preso
i ahora vamos cantando.
Por fin, trajo una cantora
i al bailar el primer pié
en las puertas yo noté,
que golpeaba una señora.
Mi amiguito sin demora
abrió i dentró un ajente.
—A su cerda el delincuente!
me gritó, el comisionado,
porque la hora ha llegado
i el banquillo se halla al frente.