Para el hijo propio hai bala
En esta patria querida:
Solo para el estranjero
Es la bala prohibida.
¿Por qué causa o qué rival
La lei legal disminuyen
I al estranjero lo escluyen
De la pena capital?
¿Es por acaso un mortal
Vedado en aquella escala?
I si le viene la mala
A un chileno, ai! Dios bendito!
Entónces dicen a gritos:
Para el hijo propio hai bala.
Un estranjero asesina,
Es decir, mata a cualquiera
La justicia por dó quiera
A capturarlo no atina;
Si lo pilla, lo encamina
I no va a la policía;
Queda libre el homicida
Sin inferirle una ofensa,
I esto pasa, qué vergüenza
En esta patria querida?
Apénas se desgrasea
Un chileno, aunque casual,
Desde el primer tribunal
A muerte se sentensea.
No hai reclamo, aunque se vea
Amparado por el clero:
Muere no mas, caballeros,
Porque en mi patria malvada
Es la bala reservada
Solo para el estranjero
No se cumple por derecho
La legalidá un instante
Al ver que los inmigrantes
Horribles muertes han hecho,
¿Cuál de aquellos, satisfecho,
Ha pagado con la vida?
Déme contesta debida,
Digo al sabio más potente:
Para el neutral solamente
Es la bala prohibida.
Por último, al terminar,
Para el neutral les diré
Que estoi persuadido qué
No hai bala en este lugar.
Esto me dá que pensar
En la maldita justicia;
Pero digo sin malicia:
Que en Chile, aunque sea grave,
No hai justicia, ya se sabe,
Porque reina la injusticia.
261—Estrella de Chile, Sto. Domingo, 47.