La tal Elisa Farías
Al Adelicio Araneda
Le dió muerte instantanea
Hasta quitarle la vida.
En la calle Bella Vista,
Mui cerca de los molinos,
Sucedió el crimen indino
Por esa gran señorita.
Por ese caso a la vista,
En la tarde fué aprehendida
Por la misma policia,
Por guardar de su honradez.
Se encuentra rea a la vez
La tal Elisa Farías.
Ese jóven diz que andaba
En solicitud de Elisa;
Pero ésta, como sumisa.
Sus amores despreciaba,
I a su esposo no pensaba
Pagarle en mala moneda.
Para que así el lector vea
Lo que pasa en un instante,
Dándole muerte impulsante
Al Adelicio Araneda.
Este a la casa llegó
I pidió con lijereza
Una copa de cerveza,
La que Elisa le sirvió.
Un trago a ella le pasó
El tal jóven Araneda
Pero ella con cierta idea
El servirse no admitió,
I al jóven con revol dió
Una muerte instantanea.
Este crimen alarmante
Lo ha sido aun para el pueblo,
I según como lo observo
Sucedió en un solo instante.
Este hecho tan aterrante
Para el esposo seria
Una pena mui crecida
Cuando supo que su esposa
Le dió una muerte alevosa
Hasta quitarle la vida.
Al fin, la jóven Elisa
Que su homicidio padece,
Que la perdonen merece
Por ser tan casta i sumisa.
Al saber tales noticias,
El lector solo se afana,
I alegre i de buena gana,
Cuando el diario dió a entender,
Dicen que ella viene a ser
Como la casta Susana.
JUAN DE DIOS PERALTA.
Impreso por P. Ramirez.—Echáurren, 6.