Consuélate madre amante;
No te pongas a llorar,
Si tu hijo llega a pagar
Con su vida prosperante.
Ya ves, tu esposo murió,
I tu hijo se encuentra reo:
Llévalo con buen empleo
Este sentir de los dos.
Así lo querria Dios
Que el hijo fuera culpante
De aquella sangre importante
Sufriendo está su condena.
De tan tristísima pena
Consuélate, madre amante.
Desechad vuestros pesares
Cuando te halleis aflijida;
Aunque pague con la vida
Tu hijo, no era que llorares,
Ni aun recuerdo dejares
Del parricidio fatal
Ni del acto criminal
No te acuerdes áun jamas;
Por un hijo tan tenaz
No te pongas a llorar.
Por una soberbia intensa
I por un capricho ufano
El hijo mata al anciano
El dia que ménos piensa.
Comete una horrible ofensa
El indigno criminal;
Ponerse a considerar
Para la madre es cilicio
Por las puertas del suplicio
Si tu hijo llega a pagar.
El hijo desobediente
Buen fin jamás ha tenido;
Porque suele ser bandido,
Tal como este delincuente.
Sucede continuamente
Que alguno por ignorante
I otro por estravagante
O por pompa o vanidad
Concluyen en tierna edad
Con su vida prosperante.
Al fin, este desgraciado
Que de Dios tenga perdon
Lo pide de corazon
El lector de él apiadado.
Dios eterno e increado,
Te lo pido sin segundo,
De un movimiento iracundo,
Como el finado Triviño,
Ni por viejo ni por niño.
Nadie esta libre en el mundo.