Vestida de azul saliste
A competir con el cielo;
Nadie habrá visto en el suelo
Cielo que de azul se viste.
A la ribera de un lago
Que en memoria apénas veo,
Mirarte fué mi deseo
Y esa luz de amor no apago;
Cual ave en su suelo vago
Que el verla consuela a un triste,
Y si tu mirar persiste
Mezclando suave alegría,
Me dirás por qué ese dia
Vestida de azul saliste.
Si tu traje fué de intento
Para lucir tu inocencia,
El céfiro su presencia
Te brindó como elemento;
Dichoso fué aquel momento
Que tu virtud sin recelo,
Estampó con dulce anhelo
La imajen de tu hermosura;
Fuiste con marcha segura
A competir con el cielo.
Cual calandria en vuelo viaja
Cantando sobre el pensil,
Estiende el ala jentil
Y con su canto agasaja;
Tu gracia que jamas baja
Por el contrario sin duelo,
Donde jime el arroyuelo
Se oye tu voz amorosa:
Sirena que canta en prosa
Nadie habrá visto en el suelo.
Esto y mas consideré
Que tu modesto vestuario,
Componia aquel erario
El signo en que me fijé.
Miré curioso diré
Y al jardin lo despediste,
Si tu modestía advertiste
La que en tí sola se encierra:
Por no he visto en la tierra
Cielo que de azul se viste.
Al fin, me creo dichoso
Con verte en aquel paseo,
Siendo mi mayor recreo
Y el instante venturoso;
Desde ese entónce ya gozo
Un deber que consentí,
Bella será porque así
Me alegro de vez en cuando,
A la que yo estoi amando
Sin defecto es para mí.