Por mucho pueblo rodeado
por su crímen cometido
el reo Briceño ha sido
al último perdonado.
El juez de primera instancia
lanzó sentencia de muerte
i de castigo tan fuerte
apeló con arrogancia;
la Ilustrísima en sustancia
confirmó lo decretado
i despues de preparado
con dos dias de capilla
se iba a sentar en el la a la silla
por mucho pueblo rodeado.
Eo su cela solitaria
tuvo engrillado los pies,
miró con intrepidez
a la silla funeraria;
en su agonia precaría
fué por su propio pedido
cristianamento atendido
por dos padres mercedarios;
temblaban los presidarios
por su crimen cometido.
Sereno estuvo i seguro
de la capilla en el banco
mostrándose firme i franco
en aquel trance tan duro;
hasta parece que el muro
se ha sentido conmovido;
por todos compadecido
en la angustia de su mal,
en aquel trance fatal
el reo Briceño ha sido.
No faltó balmacedista
que lloró como un chiquillo;
pidió que al ir banquillo
no le vendaran la vista;
una centinela lista
de su puerta en el costado
estaba siempre apostado
hablándole a el corazón
ha sido por Jorje Montt
al último perdonado.
El señor Verdejo, mozo
secretario del juez Prado
fué por el reo encargado
de hacer un acto piadoso;
como padre i como esposo
le pidió a última hora
que avisara a su señora
que queria ver a su hijo
antes que el plomo prolijo
le dé muerte sin demora.