Adios esposa querida
olvida a este desgraciado
yo me encuentro resignado
por tí es que siento la vida.
Ya llega el instante fiero
Maria Ignacia de mi alma;
aunque conservo la calma
siento que a pausa me muero;
el morir cual bandolero
tiene mi fuerza abatida;
con la esperanza perdida
i mi alma puesta en Dios
al despedirme de vos
perdona, esposa querida,
Espero marchar sereno
al patíbulo afrentoso,
que Dios Todopoderoso
me reciba ya en su seno;
tu corazon que es tan bueno
que enseñe a mi hijo amado
a que sea un hombre honrado
i te sirva de sosten
i tú mi encanto i mi bien
olvida a este desgraciado.
El ser mas infeliz soi.
causa mi mayor quebranto
la soledad i el espanto
que es la herencia que te doi;
aunque engrillado estoi
mi brazo no está manchado
de ningún duro pecado
hoi me acusa la conciencia,
para perder la existencia
yo me encuentro resignado.
Si algún dia haces presente
a mi hijo mi situacion,
háblale en el corazon,
dile que soi inocente;
mantengo alzada la frente
pero al verte adolorida,
i al darte mi despedida
quema mis párpados luego
una lágrima de fuego,
por tí, quisiera la vida.
Nace el hombre i al venir
halla su mayor tortura
si todo aquí es amargura
¿para qué querer vivir?
tú que me verás morir
a nadie guardes encono
yo a todo el mundo perdono
a nadie guardo rencor;
en poco mas el Señor
me recibirá en su trono.