Aijuna el lagarto fiero!
yo soi hombre de pelea
i cuando le ví el guargüero
me vino pujo i diarrea!
Iba montado en mi pingo,
camino de mi ramada,
en una noche nublada
de cierto dia domingo,
cuando a lo lejos distingo,
atravesando un potrero,
un lagarto no pondero
si digo, conpadre Heredia,
que media cuadra i media;
aijuna el lagarto fiero!
Tendria de anchura el bruto
seis largos de mi troton;
mas parecia un cañon
todo bestido de luto
i sus pies en absoluto
cran como una poléa;
¡jué pucha la bestia fea!
cuanto la ví me asusté,
aunque mui bien sabe usté
yo soi hombre de pelea.
Cuando se puso a bramar
!por Diosito el susto grande!
parecia que los Andes
se querian desplomar!
al tiro quise arrancar
patita pa que te quero
i mejor que un maromero
fui al suelo como costal,
cuando ya me iba a alcansar
i cuando le vi el guargüero.
Luego el resuello le oí
lo miré sus escamas
i un gran ojo como llama
que parcía un rubí;
yo no se que fué de mí
al ver a esa bestia fea
que de su vientre vacèa,
hombres, chiquillos i mozas,
pues solo de ver tal cosa
me vino pujo i diarrea.
Se fué la fiera en seguida,
pasando el puente del Maule,
pa que les cuento mas baule
lo lijero que corría;
tomé yo la bestia mia
i llegué a casa mui bien
i en un grupito de cien
les conté el caso, conpaire,
« qué tontol, dijo mi maire,
te has asustado del TREN!»
Nota: verso publicado por Rafael Cordero, ver.