El quince al caer la tarde
en el pueblo de Victoria
dos bandidos hacen gloria
de vandalaje cobarde;
llegaron haciendo alarde
al esterito de Chanco,
cada uno en su buen manco
a casa de un tal Hernandez
i como señores grandes
pidieron el paso franco.
Solo estaba la señora
i a ella los sabandijas
le pidieron que a sus hijas
las trajese sin demora;
robaron en una hora
de la manera mas linda
i a Adelaida i a Lucinda
las llevaron a la grupa
mientras el dedo se chupa
la madre hecha una guinda.
A poco andar encontraron
a un hombre con un caballo
i entre los dos como un rayo
al momento lo rodearon.
que bajase le mandaron
para cambiar de montura,
el otro con gran dulzura
se rizo como que bajaba
i un balazo le tiraba
que lo mató con premura
En cuanto cayo el bandido
muerto en aquella contienda,
Lucinda agarró la rienda
i arrancó para su nido;
pero el otro forajido
se le fué encima al hechor,
este salió vencedor
dejandolo mal herido
i para no ser habido
tambien huyó el triunfador.
El herido se montó
i aunque estaba en agonía
con resolución huía
cuando Hernandez lo alcanzó;
con una horqueta le dió
un horquetaso en la frente
i toda la demas jente
que iba de atras al trote
lo descalabró a garrote
matandolo instamente.