JUAN VALIENTE
[HISTORIA TERRIBLE]
continuacíon Núm. 3

  Esto me dió calientura
de réime de los mocitos,
i empesé a echarle tientitos
pa ver si le interesaba;
pero Pilar enseñaba
sonriyendo….. los dientitos.

  Diai la cosa no salía;
pero yo que no soi manco,
no me aturdo ni me atranco
desde el primer rempujón,
sino que dueblo el tiron
hasta hallar el paso franco.

  Con fuerza tomé la empriesa,
i no fué al ñudo mi empeño,
pues la realidá del sueño
toqué con ansia infinita;
i… por fin… la Pilarcita
cayó en brazos de su dueño.

  Pilar fué de Juan Valiente
el dulcísimo pilar
en que se iba a recostar
cuando una peña lo ahogaba,
i Pilar……… se derrumbaba
en sus brazos……… pa llorar.

       VI

  De gente mormuradora
el lengüetèo empezó,
i la noticia llegó
a saberla sin tardar
el padre de la Pilar,
que un alarido pegó.

  Una daga serpentona
que sigun por la aparencia
era de la independencia
o del tiempo de ño Ñape
descolgó, i diciendo ¡zape!
salió a buscarme pendencia.

  Me encontró onde no pensaba
el viejo nariz de loro,
i bramando como un toro
a mí se vino derecho,
i con dos viajes al pecho
cuasi me ruempe el pilóro.

  Por suerte yo sé escurrirme
al igual que una sirpiente;
pegué un salto redepente
i sobre el mismo teztúz
le dí dos tajos en cruz:
la marca de Juan Valiente!

  El viejo tastabilló:
i reculando pa tràs
me dijo: —» tu moriras
«priesa de la comezón
«de tus crimenes, ¡ladron!
«maldito de Satanas!»

  Si no echa a correr, de juro
que allí lo dejó tendido,
pa que no fuera atrevido
i mal hablao el villano;
el mondongo con la mano
se lo hubiera regolvido.

       IIV

  Un tanto envalentonao
con la caída de Pilar,
me propuse enamorar
a cuantas me paresiera
pa que la emvidia tubiera
en mi suerte que envidear.

  La fama de mi aventura
corriendo de geta en geta,
a manera de gaceta
la pregonaban las gentes,
a gritos, i no entredientes,
pa que fuera mas completa,

  I alardiando mi fortuna
a la muger de un puestero,
de apelativo Lucero,
le enderesé mis cañones,
con las claras intenciones
de acopiarle tuito el cuero.

  El puestero que embobao
con su mugercita estaba,
no rumiaba ni cociaba
cuando yo caiba a mantiar,
o mejor dicho a ronciar;
si solita la dejaba.

       (continuará)

       ROLAK.

Nota: verso de autor argentino que aun no identificamos, se agradece cualquier información.
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