CONTRA PUNTO
ENTRE
Pedro Urdemales i el Correjidor Zañartu.

  Ciente diez años cabales
Hacen que anduvo en el mundo
El célebre sin segundo
Llamado Pedro Urdemales.
  Zañartu, don Manuel Luis,
Era el gran correjidor
I en ese entonce el señor
Que gobernaba el pais.
  Era el tal mui vanidoso
I, por lo tanto tirano:
De su poder soberano
Hacer gala, fué su gozo.
  La mejor renta tenia,
La mejor casa habitaba,
La mesa en que se sentaba
Era la mejor que habia.
  Su esposa, doña María,
La mas bonita mujer,
I era riesgoso tener
Más que lo que él poseía.
  Así se esplica que un dia,
Rondando la población,
Le llamara la atencion
Un letrero que decia:
  «Sepa quien se haya parado
A leerme con despacio,
Que habita en este palacio
Don Juan vive sin cuidado.
  El correjidor, picado
En lo mas hondo del alma,
Repitió con mucha calma:
«Don Juan, vive sin cuidado»
  Haremos que este don Juan
Viva desde hoi cuidadoso
I su letrero orgulloso
Lo baje de ahí al zaguan.
  A la mañana siguiente,
El duro correjidor
Mandó buscar al señor,
El del letrero insolente.
  Una vez en su presencia,
Le dice: ¿Usted, caballero
Por qué ha puesto ese letrero
Que anuncia su independencia?
  —Señor, sin cuidado digo
Que vivo aquí en esta tierra,
Porque a nadie hago la guerra
Ni conozco un enemigo.
  —Pues bien, ¡por Santa Teresa!
Si es que mañana no apuntas
A contestar mis preguntas,
Te hago cortar la cabeza.
  Se fué don Juan asustado
A su rejia habitacion
I a la mas dura aflixion
Se entregó desesperado.
  Al tener conocimiento
Pedro Urdemales de aquello,
Conteniendo su resuello
Se dirijió a su aposento.
  I así, sin decir palabra,
Se le dentró de repente,
Andaba mui indecente
I mas pobre que una cabra.
  Qué hai, señor, ¿cómo le vá
¿Ud, tan rico i llorando?
I yo que me hallo cantando
I el hambre me mata ya!
  —Ai, Pedro, si a contestar
No acierto mañana mismo
No sé cuantos embolismos,
Zañartu me hace ahorcar.
  —Vaya un acto justiciero!
¿I por qué tal tiranía?
—No recuerdas que tenia
Sobre mi puerta un letrero?
  —Recuerdo perfectamente.
—Pues bien, le ha desagradado
I este lance me ha creado
Para matarme, el demente.
  ¡Llorar por esa chufleta!
Si Ud, me firma aquí un vale,
A fé de Pedro Urdemale
Lo saco en bien de esta treta.
  —Con mucho gusto, buen Pedro.
¡Un vale por cuanto quiera!
—A fin de que Ud, no muera
Veremos si yo me arredro.
  Tengo su misma estatura,
Su misma fisonomía;
Lo salvo, por vida mia…
¡Vamos a hacer la escritura!
  Por mil pesos ya firmada,
Para mayor parecido,
Pedro se puso el vestido
De su triste camarada.
  Así, dirijió apurado
Donde Zañartu sus piés;
Golpeó, preguntan, ¿quién es?
—Don Juan vive sin cuidado.
  Ante tal provocacion,
Sale Zañartu enojado
de la puerta un costado
Abre de su habitacion.
  I sin mas auto i traslado,
Como si vinieran juntas,
Principiaron las preguntas
Bajo el tenor apuntado:
       EL CORREJIDOR
  Deseo saber, don Juan,
Porque así me he decidido,
¿Qué tiempo va trascurrido
Desde nuestro padre Adan?
       URDEMALES
  Ese tiempo no lo sé,
Porque el sol señala el dia
I sabe su señoría
Que lo detuvo Josué.
       C.
  Se me ha antojado la gana
De saber esta otra cosa:
¿Cuál es la fruta mas sana
I cuál es la mas sabrosa?
       U.
  La mas sabrosa ha de ser,
Según la razon humana,
La dulcísima manzana
Que Dios impidió comer.
  Es la mas sana la breva,
Pues con sus hojas la higuera
Permitió que se cubriera
La vergüenza Adan i Eva.
       C.
  ¿Por qué el armiño prefiere,
Antes de caer al cieno,
Entregarse como bueno
A la mano que lo hiere?
       U.
  Porque en su instinto brutal
Tiene honor e intelijencia;
I hai hombres que en su existencia
Muestran ser mas animal.
       C.
  Tengo una i lea mui bella:
Se me ha ocurrido saber
¿Cómo se puede mover
Allá en el cielo una estrella?
       U.
  Se mueven, según yo sé,
Lo mismo que las carretas,
Tienen dos ruedas sujetas
I las mueve San José.
  ¡Mil demonios i centellas!
¿Cómo me pruebas tu eso?
—Mandando Ud, de esprofeso
A preguntárselo a ellas.
       C.
  Deseo saber ¿qué flor
No se vé, gusta ni huele
  por la que el hombre suele
Esponer hasta el honor?
       U.
  La única que en verdad
Tenga tan grande valor,
a, señor correjidor,
La de la virjinidad.
       C.
  ¿Por qué la flor de la higuera
No es por nadie conocida
Siendo ella tan perseguida
En toda la primavera?
       U.
  Porque la breva no lleva
La cáscara cristalina,
I a buscarla nadie atina
Dentro mismo de la breva.
       C.
  ¿Cómo San Francisco pudo,
Con su cabeza cortada,
Tenerla en el brazo alzada
I darle un beso tan rudo?
       U.
  Ud, me exije que diga
Con que boca la besó:
Según lo comprendo yo,
Fué con la de la barriga.
       C.
  ¿Quién es niña en la vejez,
I aunque doncella, es preñada,
I es la niña mas preciada
Sin tener brazos ni piés?
       U.
  Sin contestar por antojo
I porque Ud, no me riña,
Esa misteriosa niña
Tiene que ser la del ojo.
       C.
  Di ¿qué sér en la horfandad
Nace i en dura prision,
I encuentra su destruccion
Al hallar su libertad?
       U.
  Según reflexiono i creo
I para ser verdadero,
Ese raro prisionero
Debo decir que es el… Peo.
       C.
  Deseo saber ¿quién es,
En este mundo de Dios,
Quién nace en cuatro i en dos
Prosigue i concluye en tres?
       U.
  El hombre es ese varon,
Que gatea en la niñez;
Hombre, anda en dos, i despues;
Ya viejo, anda con baston.
       C.
  Si no me responde llano,
Don Juan, le aplico mi lei
¿En qué se parece un rei
A un fraile dominicano?
       U.
  Si por eso me perdonas,
Os respondo sin tardanza
Que la sola semejanza.
Es que ámbos tienen coronas.
       C.
  ¿Cuál elijieras de fijo
Si condenados a muerte
Te dieran uno a la suerte:
Hermano, mujer o hijo?
       U.
Al primero, porque es llano
Que mujer e hijos perdidos
Lleguen a ser adquiridos,
Pero jamá otro hermano.
       C.
  Yo deseo conocer
Aunque es grosera intentona,
¿Cuánto valdrá mi persona,
Si se pudiera vender?
       U.
  Diré, sin merecer bravos,
Que si fuérais a una féria,
Valdríais una miseria.
Setenta i cinco centavos.
       C.
  ¡Voto al diablo! ¡qué insolencia!
Bien pronto la pagarás
O esplicación me darás
De tu chusca consecuencia.
       U.
  Si Dios, rei doble i sincero
Valió apénas treinta reales,
Valdrá un rei quince cabales,
I vos, seis reales… sin pero.
       C.
  Ahora por fuerza anhelo
Saber de fijo en sustancia,
¿Cuál es la mayor distancia
Que hai de la tierra al cielo?
       U.
  ¡Lo mismo que con escuadra
Que la hubiera yo medido,
La distancia que he sabido
Es de un millón de cuadras!
       C.
  Lo que acaba de decir
¿Cómo probarlo podrá?…
—Es mui fácil, mande allá
Que las vayan a medir.
       C.
  Váyame Ud, respondiendo;
¿Entre el ruido i la elegancia,
Allá en las playas de Francia,
Qué se haya mi hermano haciendo?
       U.
  Señor, le voi contestando:
Que si se encuentra con vida,
Es una cosa sabida
Que se encuentra resollando.
       C.
Lo declaro, cómo nó,
Que respondes sin demora;
Mas, vamos a ver ahora,
¿En qué estoi pensando yó?
       U.
  Piensa Ud, con sus cabales,
De que Ud, ha interrogado
A Juan vive sin cuidado
I habla con Pedro Urdemales.
       C.
  ¡Perdono a don Juan, carai!
I os sobo a vos la badana,
Si no me traeis mañana
Un real de hai i otro de no hai.
  Al otro dia buscó
Unas alforjas cochinas,
Las llenó a un lado de espinas
I al palacio se marchó.
       U.
  Os traigo, dijo Urdemales,
Lo que me habeis encargado:
Emplié ayer en el Mercado
Cabalitos los dos reales.
       C.
  Cuidado, porque jugais
La vida i no es bufonada…………
Dijo en un lado: ¡No hai nada!
I en el otro: hai, hai, hai, hai.
  Zañartu quedó vencido,
Don Juan quedó perdonado
I Urdemales dispensado
Del engaño cometido.

       FIN.

       ROLAK.

Imprenta Estrella de Chile, Sto. Domingo, 47
Se venden: Cequion, núm. 11

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