Tuve en mi pago en un tiempo
hijos hacienda y mujer
pero empesé a padecer
me hecharon a la frontera
y que iba hallar al volver!
tan solo hallé la tapera
Sosegao vivia en mi rancho
como el pajaro en su nido,
alli mis hijos queridos
iban creciendo á mi lao
solo queda al desgraciao
lamentar el bien perdido.
Mi gala en las pulperias
era en habiendo mas gente.
ponerme medio caliente
pues si pnntiao me encuentro
me salen coplas de adentro
como agua de la virtiente.
Cantando estaba una vez
en una gran divercion
i aprovechó la acacion
como quiso el Juez de Paz;
se presentó i ahí no mas
hizo una arriada en monton.
Huyeron los mas mauleros
i lograron escapar;
yo no quise disparar
soi manso i no habia porqué,
mui tranquilo me quedé
i asi me dejé agarrar.
Ni los mirones salvaron
de esa arriada de mi flor,
fué acollarao el cantor
con el gringo de la mona,
a uno solo por favor
logró salvar la patrona.
Al mandarnos nos hicieron
mas promesa que aun altar
el jues nos fué a proclamár
i nos dijo muchas veces:
“muchachos a los seis meses
los van a ir a relevar”.
I cargué sin dar mas vueltas
con las prendas que tenia,
jergas, poncho, cuanto habia
en casa tóito lo alcé;
a mí china la dejé
media desnuda ese dia.
ROLAK
Nota: versos de “El gaucho Martín Fierro” cap. III de José Hernández.