En una carta reciente
que de Bolivia ha llegado,
se nos ha comunicado
un crimen sin precedente;
se dice que aquella jente
por orden del Juez local,
del modo mas criminal
fusilaron por la espalda
dos chilenos, en la falda
de una aldea principal.
La carta ya referida
escrita por un chileno
que es el único hombre bueno
que habrà en aquella guarida,
narra la accion homicida
de esta manera impía:
«Se le perdió en cierto dia
al buen cura una petaca,
sin saber quien se la saca,
de la misma sacristía.
Ciento i sesenta pesos
tenía dentro el bolson
i formaron un cordon
como de cien indios lesos
para poder tomar presos
i pillar a los autores
i hasta los alrededores
se fueron de aquel lugar;
las chozas a rejistrar
de tranquilos moradores.
A aprisionar con premura
al chileno Cordovez
fué mucha jente a la vez
i el Correjidor i el Cura;
el chileno se apresura
a abrir la puerta enojado
i ahí fué solicitado
por venganza o cobardía
a aumentar la romería
para buscar lo robado.
Cuando Cordovez se hallaba
ayudando a la pezquisa
sintió una feroz palisa
que por tierra lo arrojaba;
el Correjidor miraba
con la calma de un salvaje
esa falta de coraje
para atar a un solo hombre,
¡Esto ya no tiene nombre
es el colmo del ultraje!
De ahí los indios lo engrillaron
de una manera feroz
i se marcharon en poz
i al encierro lo llevaron;
por la noche acorralaron
a otro chileno O Rian
pero en libertad lo dan
en condision de destierros
ir a vivir en los cerros
sin poder bajar al plan.
Como luego se le vió,
a O Rian por ahí cerca
una acometida terca
por la fuerza se le dió;
el otro se defendió
i mató dos bolivianos
i atado de pies i manos
tuvo que ir a la ciudad
donde sufrió sin piedad
los tratos mas inhumanos.
El alcalde Parroquial
mandó a los dos amarrados
i sobre mulas montados
con un sumario formal,
al traves de un arenal
a un pueblo donde hai Juez;
salieron como a las tres,
prisioneros i guardianes
armados de yataganes
i rifies………..¡i eran diez!
Regresaron dos soldados
a decir que en el decierto
a los dos habian muerto
por haberse sublevado;
mas los dos fueron baleados
obedeciendo instrucciones;
quedaron en los pulmones
huellas del acto cobarde:
¡Oh Bolivia! Dios te guarde
gran nidal de maricones!
¡Hiel del corazon resuma
del poeta que esto pinta;
vuélvase sangre la tinta,
puñal vuélvase la pluma;
i hasta mi verso en suma
conviértase en maldicion
i en brasos del aquilon
a manera de escarmiento
borre desde su cimiento
a aquella infame nacion!
ROLAK