En la línea de Taltal
entre Cancha i Santa Luisa
a los peones se divisa
en una bulla infernal;
la fecha neta i puntual
fué el 18 del mes pasado.
Según el Diario ha contado
los peones se divertian
i tanto, tanto bebian
que ya se habian curado.
Entre dimes i diretes
el desorden tomó vuelo
i uno rodó por el suelo
a puntapié i a puñetes;
al notar tales juguetes
el juez con el Corretor
i un otro trabajador
se fueron al campamento
i amarraron al momento
al golpeado i golpeador.
Una vez bien amarrados
los ataron al pegual
i del modo mas brutal
fueron los dos arrastrados;
los peones exasperados,
tal abuso al presensiar,
los quisieron auxiliar;
los verdugos se detienen
i al notarlos que se vienen
principian a disparar.
Mataron un turbulento
i para tomar revancha,
quisieron irse a la Cancha
en nùmero de tresciento,
haciendo gran juramento
contra Corretor i Juez.
Un jóven Luis a su vez,
del despacho dependiente,
pudo contener la jente
hasta otro dia despues.
Lector, efectivamente,
en conpacto peloton
bajaron a la Estacion
a la mañana siguiente,
gritando todos de frente:
«Juez i Corretor ¡que muera!»
Era tal la pelotera,
Que el tren lueguito se mete,
trayendo un grueso piquete
en su carro delantera.
Al ver los trabajadores
decender al oficial
lo recibieron mui mal
i aumentaron sus furores;
los mas encabezadores
pedian al Juez a grito,
señalando su delito,
hasta que el jóven Teniente
les esplicó francamente,
el paso mas espedito.
Tomó las declaraciones
i todo se quedó en paz
i hasta el piquete ademas
se bajó a las oraciones;
se llevaron ocho peones
en calidad de testigos.
Dios mio, por esos trigos
suceden cosas tan grandes
que se cayeran los Andes
si las llevaran consigos!
Al que murió, lo enterraron
i a un herido de puñal
se le bajó al Hospital
i muriendo lo dejaron.
De ese modo terminaron
los sucesos de aquel dia.
¡Si es fea la tiranía
que ejercita la Real mano,
la del brazo del villano
no sé que nombre tendria!
ROLAK.