LANCES DE UN HUASO

  Empresteme su a tencion
voi a relatar las penas
de que traigo la alma llena
porque en toda circunstaucia
paga el guaso su inonracia
con la sangre de sus venas.

  Pues son tantas las miserias
en que me he sabido ver
que con tanto padecer
y sufrir tanta aflicion,
malicio que he de tener
un callo en el corazon.

  Andaba asi como guacho
cuando pasa el temporal,
cuando supe por mi mal
de una milonga que había.
y ya pa la pulpería
corte como un animal.

  Era la casa del baile
un rancho de mala muerte,
y se llenó de tal suerte
que andabamos a empellones;
nunca faltan encontrones
cuando un pobre se divierte.

  Tenia unas medias botas
con tamaños verdugones
me pusieron los talones
con cresta como los gallos
¡si viera mis afliciones
pensando yo que era callos!

  Con gato i con fandanguillo
empesó luego el changango
y para ver el fandango
me colé haciendome bola
mas, metió el diablo la cola.
i se descubrió mi rango.

  Habia sido el guitarrero
uu guaso duro de boca
yo tengo paciencia poca
pa aguantar cuando no debo
a ninguno me le atrevo
pero me halla el que me toca.

  A bailar un pericon
con una moza salí
i en cuanto me vido allí
sin duda me conoció
i estas coplitas cantó
como pa réise de mí.

“Las mujeres son todas
como las mulas,
yo no digo que todas
pero hai algnnas
que a las aves que vuelan
les sacan plumas.

  Hai guasos que presumen
     de tener damas,
  no digo que presumen
     pero se alaban
  i a lo mejor los dejan
     tocando tablas»

  Se secretiaron las hembras
i yo ya me encocoré,
corte el baile i le grité
“deja de cantar chicharra”
i de un tajo a la guitarra
toitas las cuerdas corté.

  Al punto salió de adentro
un gringo con un fusil,
como uunca he sido vil
poco el peligro me espanta
así me saqué la manta
i la eché sobre el candil.

  Gané en seguida la puerta
gritando: “naide me ataje”
i alborotado el embraje
cuando todo quedó oscuro
empezó a verse en apuro
mezclada con el guasaje.

  El primero que salió
fué el cantor i se me vino,
pero yo no pierdo el tino
aunque haiga tomao un trago
i no falta aquí en Santiago
quien me tenga por ladino.

  I antes que viniese otro
le salió cara lo broma,
a su amigo cuando toma
se le despeja el sentido
i el pobrecito habia sido
como carne de paloma.

  Para prestar un socorro
las mujeres no son lerdas
antes que la sangre pierda
lo arrimaron a unas pipas
i éi lo dejé con las tripas
como pa que hicíera cuerdas.

  Monté i me fuí a los campos
mas libre que el pensamiento
como las nubes al viento
a vivir sin paradero
pues no tiene el matancero
nido ni rancho ni asiento.

  Para el guaso desgraciao
no hai conducta que le abone
la menor falta lo espone
a andar con los avetruces;
pecan otros con mas luces
i siempre hai quien los perdone.

Nota: versos de “El gaucho Martín Fierro”, cap. XI de José Hernández.

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