Un renombrado pintor
que visitaba a un convento
se detuvo en un momento
ante un cuadro de valor
que pintaba con primor
a un monje moribundo
por el autor tan profundo
al abad le preguntó
pero este le respondió
«el autor no es de este mundo»
¡Muerto! que contrariedad
exlamò aquel visitante
deme su nombre al instante
que es de la inmortalidad
no puedo dijo al abad,
porque es ese un gran secreto
dejese de ser discreto
el pintor le repetía
porque ese autor deberia
ser un artista completo.
Muerto no, repuso el Prior,
se hiso monje nada mas;
—pues su nonbre me dirás
que ha de ser tan superior
como el maestro mejor,
quizaz como yo tanbien
i yó, dijo con desden
mezclado con cierto orgullo,
no soi pintor de capullo,
soi Pedro Pablo Rubén.
El fraile no daba zapa
a pesar del argumento.
i el pintor con sentimiento
lo amenazó con el Papa;
i para colmo, de llapa
le dijo que era su amigo
i lo tenia consigo
para poder consegur
de que pudiese salir,
el monje de aquel abrigo.
El Abad, replicó luego;
no puedo decir el nonbre
i si vos sois un buen hombre
dejadlo en paz i en sociego.
el pintor con mucho fuego
dejó el recinto de fieles
i el Abad que era el Apeles
subió a un balcon con brio,
arrojando dentro el rio
su paleta i sus pinceles.
ROLAK