Cuando a su consorte pierde
triste tortolilla amante,
en sus ansias tropesando
corre, vuela, torna i parte.
Sin sociego discursiva,
examina todo el parque,
no reservando a su vista
tronco, planta, rama o sauce.
Perdida toda esperanza
i el corazon palpitante,
llora sin intermision
fuentes, rios, golfos, mares.
Así vivo yó !ai de mi!
desde aquel funesto instante,
que te perdí por desgracia,
dulce hechizo, encanto amable.
Lloro, pero sin consuelo,
porque es mi pena tan grande,
que solo respiro triste
penas, sustos, ansia i ayes
La memoria me maltrata,
cuando a tu adorada imajen
siempre me la representa
muerta flor, helado jaspe.
Si salgo a llorar al campo,
se aumentan mas mis pesares,
porque me acuerdan de tí
bosques, montes, prados, valles.
Si acaso me veo sola
te miro en mis soledades,
procurándome consuelo
grato, dulce, tierno, afable.
Entre sueños mi reposo
me perturbas i combates,
pues que creyéndote vivo
siento zelos, furias, males.
Si acordándome de tí
mi espíritu se complace,
no importa que el corazon
sienta, sufra, llore i calle.
A lástima muevo al mundo
siendo la mas fina amante,
porque lloren en mi pena
hombres, brutos, peces i aves.
Mientras me dure la vida
seguiré tu sombra errante,
aunque a mi amor se opongan
agua, fuego, tierra i aire.
Nota: verso publicado por Rólak con otro título “Amor paztoril”, ver.
Verso publicado como “La viuda” o “Ikma” en Antología quechua del Cusco, p. 347. Nota al pie del editor: Este yaraví se publicó por primera vez en español en el Mercurio Peruano el 22 de diciembre de 1791. Ignoramos si era la traducción o adaptación de un original quechua. Sea lo que fuere, el texto quechua que ha llegado hasta nosotros no parece sino una traducción del texto español publicado en 1791 y probablemente sea una traducción tardía, no muy anterior a principios del siglo XX. Este yaraví se consideró durante fines del siglo XIX y gran parte del siglo XX como una joya de la literatura quechua, opinión que nos parece muy exagerada.
Fuente (15.04.2021).