El lunes recien pasado,
con lastimero detalle,
dentro la carcel de Ovalle
un reo fué fusilado;
Emilio Tapia es llamado
este gran fasineroso;
un gran jentío curioso
toda la Plaza invadía,
porque iba a haber ese dia
un castigo portentoso.
La guardia fué atropellada
i entraron con intentonas
mas de cincuenta personas
i la puerta fué cerrada;
estaba dentro formada
la guardia ejecutadora;
pero a esa misma hora
las nueve, si se recuerda,
el reo estaba en su celda,
pidiendo a Dios sin demora.
El banquillo colocado
estaba sobre una viga
i estaban con gran fatiga
los presos eslabonados;
de repente el desgraciado
avanzó con paso fijo,
llevando un gran Crucifijo
apretado contra el pecho,
pero iba firme i derecho,
resando fuerte i prolijo.
Hasta el pié del cadalso
lo acompañó en esta vez,
don Jose Hilario Cortez
quien es nn monje descalso,
lo siguió con paso falso
hasta que ya se sentó
i la vista se vendó
este triste criminal
i a una corta señal
el fraile se retiró……
Entonces con emocion,
en esta agonía larga,
se oye luego la descarga
que le parte el corazon.
Era el teniente Osandon
quien el piquete mandaba;
la jente se retiraba
en seguida a su faena,
diciendo con dicha pena:
«¡quien mal anda mal acaba!»