Llegó a Lima el año diez
un cierto español gallego,
conduciendo en su talego
cien duros o mas talvez;
pero gastó en una vez
la mitad de su caudal,
al otro dia el total
i al verse sin una gota,
se fué donde un compatriota
narraudo el lance fatal.
«Es una gran cobardía
llamar a la suerte, ingrata,
cuando aquí se gana plata
hasta con la porquerìa»
contestó con sangre fría
el solicitado godo,
procurando de ese modo
librarse del limosnero
que en forma de compañero
venia a golpearle el codo.
¡Vaya, repuso el fregado,
te agradezco una noticia,
que ninguno desperdicia
cuando se encuentra arruinado!
te voi a pedir prestado
una botella vacía
i te juro por mi tia
que mi trabajo va a dar,
para dos veces llenar
por semana la alcancía.
Toda Lima fué a correrla,
gritando con toda charla:
«cinco cobres por tocarla,
i diez cobres por olerla»
llevando su rica perla
bajo su largo ponchon,
la cual era el botellon
donde se hallaba encerrada,
perfectamente cuidada,
su propia DEPOSISION.
La jente el cinco pagaba
i le formaban querella,
al ver que era botella
lo que debajo se hallaba;
entonces la destapaba,
si daba el diez que pedía
i cuando el curioso olìa
decia: «ESTO ES ESCREMENTO»
i el español mui contento:
«I DE ESPAÑA respondía.
ROLAK.