Con placer un mercuriero
En un surtido despacho
Pidió con afán un cacho
Para brindar placentero;
Repitió con grande esmero
Frases muy conmovedoras.
Pasó allí como tres horas
Sin poder largar el baso;
Y para el colmo del caso
Llegar dos niñas cantoras.
Al ver estas dos palomas
El chiquillo con augurios
No supo de los «Mercurios»
Por hacerle unas maromas.
Ellas pues como por bromas
Lo convidan á su casa,
Y cuando con las niñas pasa
Daba harta risa mirarlo
Y era pués de retratarlo
Con esa maldita traza.
Al fin, llegaron los tres
A una linda ramada,
Y entre tonada y tonada
Se fué alegrando á la vez
Con tan grande rapidez
Que luego cayó de salto;
Pero no pasó por alto
Porque recordó sin cobre,
Sin contar de que este pobre
Se tiraba por asfalto.
A. Reyes.