De esta vida transitoria
Voló al Cielo derechito.
Dejando dulce memoria.
El llorar a este anjelito
Fuera quitarle la Gloria.
Cuando, lleno de ternura,
Lo llamó el Eterno Padre
Para llevarlo a la Altura,
Así le dijo a su madre
Esta dichosa criatura:
Madre, por más que me adore
Con el cariño más santo,
Le suplico que no llore,
Porque talvez con su llanto
Mi porvenir no mejore.
«Yo de este mundo me voi
Porque al otro Dios me llama;
Si yo resignado estoi,
Usted, que tánto me ama,
No me debe llorar hoi.
«A mi padre usted consuelo
I a todos mis hermanitos;
Un abrazo a su hijo déle,
I deje que a gozar vuele
Con los demas anjelitos.
«¿Qué me espera en este mundo?
Veleidades, i dolores.
I desengaño profundo,
E ir sufriendo vagabundo
Entre espinas, nó entre flores.
«Dios me libra del abismo
Del pecado, o de la muerte
Del alma, que da lo mismo,
Pues me bañaron por suerte
En el agua del Bautismo.
«¡Bendita la que me dió
Tan inestimable dote,
Que del Limbo me salvó.
I bendito el sacerdote
Que, al nacer, me acristianó!
«Sirvales, pues, de consuelo
El tener por cosa cierta
Que de aquí a la Gloria vuelo,
I me aguardan en la puerta
Los anjelitos del Cielo.
«Yo he de abrirsela tambien
A mis padres i hermanitos
Que, al morir, señales don
De que mueren mui contritos
Para gozar del Eden.
«No me llore nadie a mí.
Que asi a ver contento, iró
A ese Dios del Sinai.
Ante el cual yo rogaré
Por los que quedan aquí»
Impr. de P. Ramirez.—Echáurren, 6.