Donde el ministro arjentino
Balmaceda se dió muerte,
Ha sido la triste suerte
De su terrible destino.
Alarma mui sorprendente
Ha sido dicha noticia
I no pudo la Justicia
Contener a tanta jente;
La opinión fué diferente
Es lo que yo me imajino,
El desórden sobrevino
En este pueblo anheloso,
Porque se iba mui ancioso
Donde el ministro arjentino.
A las ocho en la mañana
Se sintió, ¡qué confusion!
Una gran detonacion
En esa hora temprana
I las casas mas cercanas
Dicen que ha sido mui fuerte:
El hecho de horror se advierte
Es en calle de Agustinas,
De manera repentina
Balmaceda se dió muerte.
Don Cárlos Walker Martinez
En ese instante llegó
Con el señor Barceló
En apurados trajines
Allí estudiaron sus fines
Del hombre que se dió muerte
I al conducirlo ya inerte
En ese momento sério
Camino del cementerio
Ha sido la triste suerte.
Tomó un revólver en mano
Balmaceda al levantarse
Para poder ultimarse
I dejar de ser mundano.
Su sentido boeno y sano
Tenia según yo opino,
Apuntó en la sien con tino
Muriendo al instante allí,
La suerte convino así
De su terrible destino.
Al fin, pidió garantía
A la Junta de Gobierno
Quien con cariño mui tierno
Le dijo se las daría
Pero que se juzgaría
Por la justicia ordinaria
I allá en la Penitenciaria
Se le daría la pena
I no aceptándola buena
La muerte halló necesaria.