Con mucha serenidad
Dubois oyó la sentencia
i protestó con paciencia.
del fraile la falsedad.
El padre por la mañana
le ofreció mui gustoso
el auxilio relijiosos
de la relijion cristiana.
Dubois contestó veloz,
con mui noble sentimiento,
en mi último momento
yo me confieso con Dios.
Desde esta oscura prision
mui pronto voi a partir,
por eso ántes de morir,
protesto la relijion.
Todita esperanza es vana
que yo me llegue a salvar,
me quieren engatusar
los de la curia romana.
Antes de hacer mi partida,
ya se me enciende la pira;
los hijos de la mentira
me quieren velar en vida.
A todos hago presente
con la mayor sangre fria,
i si yo doi mi agonía
la daré pero inocente.
Yo quiero ser el primero
en no admitir sacerdote,
i solo espero mi dote,
del gran autor verdadero.
Yo pronto con elocuencia,
escribo los pormenores,
i les digo a mis lectores:
Dubois es mi creencia.
Gusto me ha dado el frances
que no admitió la falsía,
solo clamó en su agonía,
al gran soberano juez.
Desde que entró a capilla,
sufrió como un penitente,
Dubois i dijo a la jente,
mi conciencia pura brilla.
Al fin, fué sacado al banco,
el infeliz, es decir,
sabiendo que iba a morir,
marchaba con firme tranco.
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Luego que al banco llegó
se vió al reo mui penoso,
en el cadalso afrentoso,
ya con la vida pagó.
Tristeza es ver al mortal
de la suerte maldecido,
contrito i arrepentido.
en el momento fatal;
dónde habrá tormento igual
aquí les pregunto yo,
nadie me dirá que nó,
en aquel trance angustieso;
se encomendó al Poderoso
luego que al banco llegó.
Con humildad i con razon
iba a cumplir su destino,
clamándole al Unitrino
que le diera su perdon.
Como Dios de la mansion
celestial i bondadoso
a tu presencia con gozo
le dijo yo voi dispuesto,
i pensando en todo ésto
se vió al reo mui penoso.
Triste i descorazonado
llegó al lugar del tormento;
a dar su último aliento
corrido i avergonzado;
De verse que acriminado
ha sido como forzoso,
le es para él honroso
que su estrella lo abandona
pagará con su persona
en el cadalso afrentoso.
Se sienta sin ni un temor
en el patíbulo ufano,
como lo hace un buen cristiano
le clamó a nuestro Señor.
Pidiéndole con fervor
hácia él se encomendó
despues que un suspiro dió
se oyó que dijo la jente,
este hombre injustamente
ya con la vida pagó.
Por fin con mucha emocion
él al piquete veia,
que hacía la punteria
frente de su corazon.
Se oyó la detonacion
de la descarga que se hizo
porque era justo i preciso
cumplirlo con eficacia,
al darle el golpe de gracia
voló su alma al Paraiso.
Daniel Meneses
Ibañez 210.—Santiago.
Imp. Europea, Rosas 1084.