Las almas de los mortales
Al cielo piden venganza,
Por la sangrienta matanza
Que hubo en los campos triunfales.
Los heróicos de Concon,
Por el ataque tan cruel,
Claman al Dios de Israel
De todito corazon
Que niegue pues el perdon
A los constitucionales.
De sus tumbas sepulcrales
Al poderoso infinito,
Piden el castigo a grito
Las almas de los mortales.
Las madres, los huérfanos i viudas
La viuda, huérfano i madre,
Como oveja en su redil
Con santo amor varonil
Claman al Eterno Padre.
Aquí aunque no les cuadre
A los hombres de pitanza,
Si es injusta la balanza
Señores, hoi en la tierra,
Los que sufren por la guerra,
Al cielo piden venganza.
Los de lo Cañas
Los de lo Cañas, otro tanto,
Según lo que se malicia,
Piden severa justicia
Con un entusiasmo santo.
Causan hoi terror i espanto
Yo no sé con qué esperanza
Ninguno admite alianza
Con nadie, i en lo presente,
Los odios están permanente
Por la sangrienta matanza.
Los de la Placilla
Tambien los de la Placilla
¿Qué cosa podrán decir?
Que se les quitó el vivir
Por una infame cuadrilla.
Hoi nuestro pueblo humilla
Con sus leyes desleales,
Sin ocupar los anales,
Diré con la historia abierta:
Terrible fué la reyerta
Que hubo en los campos triunfales.
La relijión i un creyente
Al fin, pues, la relijion
Está mui aumentada;
No parece lei sagrada
Mas bien es inquisicion.
A eterna condenacion
Tendrán que ir los católicos
Por sus sermones diabólicos
Que predican al creyente,
En voz del Omnipotente:
¡Abajo los apostólicos!