Morir, chilenos, morir
De hambre y de necesidad,
Nuestro Gobierno hoi está
Quitándonos el vivir.
Lectores: en Santa Elena
Sucedió un hecho sangriento.
El cual aquí se los cuento
Con tristeza y mucha pena.
Llegó un hombre vuelto hiena
Donde Zoraida, es decir,
Solo hacerla sucumbir
Fué la intencion del malvado,
Y al ver el tiempo atrazado
Morir, chilenos, morir.
Moncalla estaba, lo entiendo,
Tranquila con su marido,
Cuando llegó el atrevido
Donde élla, y la halló durmiendo
De ese modo el estupendo
Le dió tajos sin piedad.
Se ha alarmado en la ciudad
Las jentes, según lo advierto,
Y ellos dirán que la han muerto
De hambre y de necesidad.
Mas, creo que por venganza
Dieron muerte a esa mujer,
Y hoi dia el juez, a mi ver,
Castíguelos sin tardanza,
Que no tengan la esperanza
De salir en libertad.
La celosa autoridad
Apure pronto esta causa
Y ultimándonos a pausa
Nuestro Gobierno hoi está.
No le tuvo compasion
El perverso criminal,
Y le sepultó el puñal
En medio del corazon.
Para cumplir su intension
Talvez la quiso partir,
Yo esto lo pruebo sin mentir
Apoyándome en los diarios,
Y están nuestros mandatarios
Quitándonos el vivir.
Al fin, un guardian armado
A uno preso tomó,
Y en su poder le encontró
Un puñal ensangrentado.
Al otro dia al Juzgado
Pasó el roto sin demora,
Yo no he sabido hasta ahora
Si el juez le ha dicho, con tino:
Tú fuistes el asesino
De esa pobre señora.
DANIEL MENESES, Poeta Nacional Chileno
CERRO ARRAYAN Nº 126