El del norte.—Digame mi amigo arri-
bano, acábeme de contar todo el escán-
dalo policial, que me precisa el saber.
El del sur.—Amigo, de lo que me
dice que le diga no tengo inconveniente
en contarle todo, el tal Money, como le
dije que habia salido en libertad bajo
de fianza, creo que ha quedado paseán-
dose por las calles, libre i dándose el
tono que se dá todo honrado, i al pro-
ceso le habrá echado tierra el juez su-
mariante; han hecho con este escándalo
lo que hacen los gatos que tapan con la
manito lo que botan por mala parte,
porque en los diarios no he visto toda-
vía la sentencia firmada ni por el juez
ni por los ministros de la Corte hasta
hoi 9 de Febrero, mas me creo que esto
va a quedar para calladito; este asunto
viene a ser lo mismo que los pleitos de
casados, que parace en lo que se
dicen fueran a quedar mal para siem-
pre, lo cual que si pelean en la mañana
en la noche quedan bien.
El del norte.—Verdad mi amigo lo
que me dice porque el señor Avila Mo-
ney es empleado público, porque era
comisario i hombre bien acreditado i
bien relacionado con los señoritos de
la aristocracia i no es justo castigar a
un empleado de la talla del señor Mo-
ney, por eso me creo que el señor juez
del crímen que le toca sentenciar en
en este crímen se ha hecho desenten-
dido; es la opinion del pueblo talvez:
pero yo soi de parecer que no esa sí
porque el señor Mátus es un hombre
serio i recto para castigar a los delin-
cuentes que caen en sus manos; mas
cuando son ladrones i asesinos, porque
si el señor Mátus no dicta sentencia
castigando a estos criminales, es decir
que se hace amparador de los hombres
malos i eso no mandan las leyes; las
leyes deben ser parejas, porque hai
un dicho la lei pareja no es dura; en mi
opinion soi de parecer que asi como los
jueces son tan cumplidores en la leyes
para con los pobres, deben de ser igual
para con para con los ricos, así si que me gusta-
rían las autoriadades chilenas; entónces
no se verian tantos escándalos en nues-
tra clase menesterosa sino mas que por
ser pobre.
El del sur.—Paulino, espero que no
ha de ser tal como tú dices en este es-
cándalo policial; han de castigar a es-
tos malos hijos de Chile, para que los
ignorantes que roban con necesidad los
jueces son sin piedad para castigarlos,
porque si se comete un hecho criminal
toman una cáfila de rotos por sospe-
chas i los siguen martirizando i mu-
chas veces los ponen a una máquina
que llaman la prensa, mas no sé si será
cierto i serán de malas lenguas los es
cribidores de algunos diarios grandes i
en ese aparato los hacen decir la verdad a
la fuerza; muchas veces los pobres se
echan la culpa porque no pueden
aguantar los suplicios, porque con las
flajelaciones se acriminan, i se echan
la culpa, i dicen si es asesinato yo lo
ultimé, i si es robo dicen yo lo robé i si-
guen pagando las habas que se comió
el burro; yo quiero creer que existe ese
aparato, porque he visto en los diarios
algunos flajelados en las comisarias; es
donde se ve esto según la prensa seria
a la que se le puede creer.
El del norte.—Si se comete este bar-
barismo por nuestras autoridades no
es justo, porque Chile es un pueblo ci-
vilizado, poco menos que los de Europa
i Estados Unidos, i si es asi deben de
evitar este escándalo; dejo este asunto
para cuando se vea la sentencia en los
diarios; a ver qué va a salir del tal es-
cándalo policial i ahora paso a contarle
amigo de un asilo que se ha establecido
para los muchachos suplementeros, don-
de todos tienen alojamiento i cama pa-
ra que voten sus huesos que daba lás-
tima verlos en la noche amontonadi-
tos unos sobre otros, en los asientos
que hai en la Alameda i muchas veces
en las puertas de las casas particulares
con el diarito bajo del brazo, calentán-
dose unos a otros con la exhalación de
sus cuerpos; esto del asilo de la infan-
cia para los niños desvalidos es una cosa
mui buena que a todos los que conocen
a los suplementeros lo tendrán a bien;
yo digo que así como han hecho esto
debian hacerlos matricular a todos para
que se conocieran todos.
El del sur.—Pero amigazo, hai dos
clases de muchachos; acá en santiago,
unos se ocupan de vender diarios i ver-
sos, i los otros es una sociedad denomi-
nada la palomilla, por La Nueva Re-
pública; i hai otra que es la comparsa
que se deriva de la primera; estas dos
clases de niños se llevan estudiando
picardías i ajitándose las manos, i ejer-
citándose en el lo lo de robar, porque
viven en el raterismo todos estos niños
harapientos. Ya La Nueva, ha dado
cuenta de este ladronismo varias veces,
i la autoridad no ha puesto ni un re-
medio en estos hijos del mal. Los co-
misarios debian de dar órdenes a sus
guardianes, i el jefe de la pesquisa de-
bía de hacerlo lo mismo, dar órdenes a
sus ajentes que sigan recojiendo a to-
dos esos vagos i encerrarlos en alguna
casa, i así sacarán a unos buenos hom-
bres honrados i amantes del trabajo,
porque donde los encierren los han de
enseñar a trabajar, i que aprendan cada
uno unnoficio, ellos llegando a hombres
agradecerán este servicio que les hagan.
El del norte.—Compinche, es mui
justo lo que usted dice, pero debían de
hacerlo como nosotros pensamos, ma-
tricular a todos los vendedores, tanto
de diarios como de versos i que cada
uno cargue una tarjeta que así se
conozca cuáles son los vendedores, i los
que viven de la flojera trabajándole a
ño Valdes, i afilándose las uñas para
agarrar lo ajeno. Así conocerian en el
asilo a los niños trabajadores i honra-
dos, porque cada uno debe de presentar
su tarjeta a los cuidadores, porque yo
soi de parecer que si les dan entrada a
todos, alojarán ahí ladrones i honrados;
entónces la casa del Asilo para niños la
convertirán en guarida de ladrones i
rateros, con la dicha tarjeta tendrán
para acreditar su honradez i pasearse
por las calles sin temor que los tomen
presos i los hagan pasar mala noche en
la comisaria; hágalo como yo digo la
policia, i se evitará el raterismo i que
anden escandalizando con sus carnes al
público.
(Continuará)
DANIEL MENESES—Poeta Nortino, Morandé 8-A