Ricardo Tolorza, digo,
A muerte fué sentenciado,
El indulto de su pena
Negó el Consejo de Estado.
Triste el reo se lamenta
De su desgraciada suerte,
De ver que pronto la muerte
Vendrá a hacerlo dar la cuenta.
Ningún temor le amedrenta
En su celda al mal amigo;
A decir verdad me obligo
Con mi voz tan aflijida:
Ya no piensa en esta vida
Ricardo Tolorza, digo.
Este terrible bandido,
Que golpe en falso no daba,
Cuando en libertad estaba
Era el hombre mas perdido;
En el vicio, se ha sabido,
Pasaba él encenagado;
La sangre que ha derramado
Al cielo pide venganza;
Por eso es que sin tardanza
A muerte fué sentenciado.
Al hacer ya su salida
Del aposento, iracundo,
Sentirá dejar el mundo,
Robusto i lleno de vida;
Para hacer su despedida
A morir se le condena.
Si la juventud chilena
Llega este caso a observar,
Jamas tendrá que implorar
El indulo de su pena.
Ya pronto va a sucumbir,
Por la lei del tribunal:
Aquel que mata a puñal,
A bala debe morir,
Sin poderse resistir,
Porque ya está decretado
Que debe ser fusilado
A nombre de la nación
Pues de su vida el perdon
Negó el Consejo de Estado.
Al fin, el reo hasta ahora
Se ve sereno i tranquilo,
Aunque con grande sijilo
Un gran sentir le devora:
Una bala sin demora
Que partirá con violencia
Pondrá fin a su existencia
Con la mayor prontitud;
I a toda la juventud
Esto sirva de esperiencia.