El esforzado Roldan,
Sin recelo i sin temor,
Se mandó de embajador
A aquel bravo capitan.
Dijo el anciano al sobrino
Que marchase a la Turquía,
I pronto él le referia
Dándole a ver su destino;
Para partir se previno
Donde los nobles están,
I al Almirante Balan
Por infame i por su abuso,
En grande aprieto lo puso
El esforzado Roldan.
Le dijo al Rei, al pensar,
Antes de hacer la jornada:
No voi a dar la embajada,
Voi solamente a pelear;
Al punto, sin vacilar,
Obedeció a su señor,
Por la honra i el honor;
No habiendo quien los sujete,
Salieron solo los siete
Sin recelo i sin temor.
En el desierto encontraron
Los quince reyes por suerte,
I a catorce dieron muerte
Porque los amenazaron;
La cabeza les cortaron
Sin piedad la que menor,
I viéndose vencedor,
Sin tener miedo ni pisca,
Al terror de la morisca
Se mandó de embajador.
Con la embajada llegaron
Donde el Almirante estaba,
I al saber lo que pasaba
Durmiendo los desarmaron,
Presos se los entregaron
A Floripe con afan.
Abran la historia i verán
Lo que digo en mi entender,
El fin que vino a tener
Aquel bravo capitan.
Al fin, la dama amorosa
Con ellos tuvo clemencia,
Cuando los vió a su presencia
Se les mostró la cariñosa.
Jóven, bella i virtüosa
Era, i la mas elegante;
Desde aquel dichoso instante,
Sin demostrar un desliz,
Se consideró feliz
A la vista de su amante.
DANIEL MENESES
CALLE DE ZAÑARTU, NUMERO 9
[ ]MA
Nota: Capítulo XXXI y ss. de la “Historia de Carlos Magno y los doce pares de Francia”.