La Esmeralda y Covadonga
Con Prat, Condell y Serrano,
Combatieron como tales
Al negro é infame peruano.
En Mayo, glorioso día,
El veintiuno les diré:
Aunque yo allí no me allé
Pintaré su valentía;
Cuando ya el Huáscar venía,
Prat manda y nadie resonga;
El cañón que se proponga
En contra de las naves buenas,
Pelearon como chilenas
La Esmeralda y Covadonga.
Queriendo gastar ostentas;
Con el cañón de á trescientas
Intentó darle las huachas;
Pero se fué á lo que es hacha
Aquel mariño profano,
Con un valor de espartano,
Aunque era gran disparate,
Entró el Huáscar en combate
Con Prat, Condell y Serrano.
La Covadonga viró
Hacia el lado de la playa,
Vió que la otra se encalla,
Volvió cara y le cruzó;
La Independencia izó
Su bandera á los leales,
¡Pero si nuestros chacales
No parecían cristianos!
Como leones africanos
Combatieron como tales.
La pobre Esmeralda estaba
Peleando con el jigante,
El monitor que al instante
Con furor la espoloneaba;
Su jefe no acobardaba
Con el acero en la mano,
Más valiente que un pagano
Después que al Huáscar saltó,
Combatió hasta que murió
Al negro infame peruano.
Al fin, la gloriosa nave,
Después que ya se fué á pique,
Quedó en las aguas de Iquique
Como ya el lector lo sabe;
Aunque el caso era grave
No desmayó en su valor,
Se fué al fondo con honor
Defendiendo nuestra estrella;
Para reemplazar á ella
Se compró otra mejor.
Imp. Sud-Americanaa, Tacna 92—Iquique