Una niña intencionada,
Con cruel i mano traidora,
Ultimó a su contendora
De una feroz puñalada.
Con sangre quedó manchada
La cuchillla en el instante,
I ella, airosa i triunfante,
A su casa se marchó,
I la otra pobre quedó
En el suelo agonizante.
Por defender la mamita
Corrió la occisa al motin,
Pero tuvo tan mal fin
La infeliz pobrecita.
Con una turba inaudita
Llegó la otra atrevida,
Ya bastante conocida
Es la diabla renegada;
Que de una cruel puñalada
La dejó de muerte herida.
Al fin, llegó policía
Sin tardanza ni demora
I llevó a la heridora
Hasta la comisaría.
Su alevosa picardía
Ahora la está pagando;
Bien sabe Dios hasta cuándo
No hallará quien la conforme.
Por su crímen tan enorme
Tendrá que pasar llorando.
DANIEL MENESES
POETA NORTINO, Morandé, 8-A