Saturno i el Esquelon
Son dos astros luminosos;
En su órbita permanecen
Jirando mui presurosos.
Allá, en el octavo cielo,
Están las fijas estrellas,
Hermosas, claras i bellas.
Resplandecientes sin velo;
Armonizan con anhelo
Cada una en derrotacion:
En aquella elevacion,
Con colores amarillos,
Nos presentan nuevos brillos
Saturno i el Esquelon
El noveno firmamento
Está limpio i cristalino,
Porque el Hacedor divino
No le ha puesto ornamento,
El séptimo es un portento
Con esos cuerpos brillosos,
Que son tambien alumbrosos
Imitándole al lucero:
Los que he nombrado primero
Son dos astros luminosos.
Leverrier en mas altura
Refleja relampagueando,
Sobre su linea marchando
El astrónomo asegura;
Grabando la tal mensura,
Cuando a la vista aparecen,
Su clara luz nos ofrecen
Con un grande regocijo:
Estos dos cuerpos de fijo
En su órbita permanecen.
Neptuno resplandeciente
Es un planeta fecundo,
Rei soberano en su mundo
Desde el oriente a occidente;
Tema el calor suficiente,
Rayos que son amorosos
Del sol, dicen los curiosos,
Los resplandores lo abrasan:
Por este motivo pasan
Jirando mui presurosos.
Por fin, Júpiter camina
Cercano al sol, se supone,
Solo porque lo corone
Con pura luz cristalina;
Es la potencia divina
Para todos los planetas,
Aunque hacen sus gambetas
Tomando el nuevo calor
Jiran a su alrededor
Satélites i cometas.
DANIEL MENESES