Hombres de artes i de oficios,
No hai quien le iguale al minero;
Es a todos superior,
I es el primer tesorero.
En la solitaria sierra
Oculto se halla el tesoro:
La plata, el cobre i el oro,
Que enriquecen a la tierra.
El minero, a viva guerra
I a costa de sacrificios,
Descubre con artificios
Lo que tan oculto está.
Diganme si no es verdá,
Hombres de artes i de oficios.
A muchos un temporal
Suele pillar en la mina;
Siempre sucede tal ruina
En un rico mineral,
I en donde tánto mortal
Muere por ganar dinero;
Trabaja de Enero a Enero
sArriesgando su pellejo.
I solo por este riejo
iguale al minero.
Con su barreta apurado
Trabaja con fantasía,
I pasa dia por dia
En la tierra sepultado.
Lo que en un año ha ganado
A costa de su sudor,
Con la vanidad mayor
Viene en una hora a perder.
Porque para remoler
Es a todos superior.
En la serrania pasan
Sin temer al leon terrible;
Para ellos no hai imposible,
Pues los riscos despedazan;
Las nevadas los atrasan
Cuando el invierno es severo.
El apir, el pirquinero;
Jamas hace su fortuna;
Pero sin duda ninguna
Es el primer tesorero.
Al fin, estos operarios.
Que de año en año trabajan,
En la temporada bajan
A recibir sus salarios:
Hacen a otros millonarios.
I ellos, los descubridores.
Después de tántos rigores.
Por no aprovechar el bien,
Continuamente se ven
En los apuros mayores.
Bernardino Guajardo.
Impreso por P. Ramirez.— Echáurren, 6.