EL SEÑOR A ADAN

    Yo te empresté una camisa
Bien limpia y almidonada,
Cuando me la devolviste
Vino mugrienta y manchada

    Habiendo hecho Dios a Adán
Para hacerlo tomó cieno,
Del estero Damaceno
Y le dió un alma sabrán;
Diciendo no comerán
Del arbol que se divisa,
Señalando la hortalíza
La voz del Omnipotente,
Que dices desobediente
Yo le empresté una camisa

    Me pediste compañera
Y a Eva te presenté;
De tu cuerpo la saqué
Siendo la esposa primera;
Dispuse de la alta esfera
Darte una alma bautizada,
De mi órden privilijiada
En ese tiempo la única
Considera que fué túnica
Bien limpia y almidonada

    Cuidador te descuidaste
Con tu campaña potente,
Diciendo por la serpiente
Mi mandato quebrantaste;
Observé que te ocultaste
Entre higueras te escondiste,
La camisa que la hiciste
Se elevò me aclamò a mí,
Apénas la conocí
Cuando me la devolviste.

    Del cielo empirio te ví
Que estabas avergonzado
Y un ánjel mio irritado
Te dijo: a Jetsemaní,
La prenda que a ti te dí
La miré desfigurada
Llegò al cielo a la Morada
La reliquia de mi agrado,
Con la mancha del pecado
Vino mugrienta y manchada

    Al fin si Adán el primero
El mas aflijido fué,
Desobedeciendo que
Lo reprendió el verdadero,
Por no atender con esmero
Aquella joya eminente,
Pero el culpable inocente
Perdió gracias, perdió dones
Si Adán se vió en afliciones
Que serán sus descendientes.

Es propiedad de NICASIO GARCIA.

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