Apenas llegó a la hermita,
Con grande veneracion
El hermitaño piadoso
Se arrodilló en oración:
“¡Tened piedad, Señor mio,
de este mundo tan perverso,
no acabeis el Universo
Humildemente te pido!
Señor, perdona al impio
para que venga esperiencia,
y arreglando su conciencia
vuelva a la deseada senda,
y te adore y te comprenda
con toda tu omnipotencia.
“Tened piedad, Dios eterno
de los míseros mortales
y líbralos de los males
y martirios del Infierno.
Con tu poder sempiterno
por el sendero encamina
la humanidad peregrina,
para que esté preparada
cuando toque la llamada
tu voz severa y divina.
“No castigueis a los buenos
juntos con los pecadores
si los unos son traidores
los otros de virtud llenos.
Viven tranquilos, serenos,
y poco te han ofendido;
ttus mandatos han seguido
con toda puntualidad,
y así, Señor, caridad
para los buenos te pido!
“Dígnate, por compasion,
Señor mio, responder
con tu divino poder
a mi humilde peticion
Tu adorable corazon
siempre mi ruego ha escuchado
porque triste y humillado
yo recurro a tu clemencia,
y tu sabia Providencia
ayuda al desamparado.”
En seguida una plegaria
los ánjeles entonaron,
y al Señor se arrebataron
de esa mansion solitaria;
En nubes de luminaria
iba radiante de gloria,
y jamás habrá memoria
de otra santa aparicion;
por eso con gran razon
esto pasará a la Historia