En un despacho de esquina
ví este letrero pintado:
«Se vende chuño de puta»
«endo» estaba al otro lado.
Hasta aquí en la capital
la falta de ortografía
hace decir picardía
hasta al hombre mas formal;
yendo yo por un barrial
regresando de una mina,
divisé una gran volina
i un gran tumulto de jente
que estaba mirando al frente
en un despacho de esquina.
La jente se alborotaba,
una vieja se escondia,
un tunante se reia
i un beato se persignaba;
nadie la vista quitaba
del despacho mencionado;
en cuanto yo hube llegado
ansioso tambien de ver
en frente de la pader
ví este letrero pintado:
Antes de decir qué ví
me tengo que disculpar
no me vayan a culpar
de lo que relato aquí
bastante tambien sufrí
por seguir aquella ruta;
tengo que nombrar la fruta
por su nombre exactamente;
el letrero era el siguiente:
«Se vende chuño de puta».
Luego llegó un policial
i amonestó al despachero
en contra de aquel letrero
indecente e inmoral;
éste hizo una señal
i se rió de sumo grado;
el policial enojado
se echó un poco para atras;
por no haber cabido mas
«endo» estaba al otro lado.
Quedó, pues, averiguado
leyéndole bien despacio
que por haber poco espacio
quedó el letrero quebrado;
el pueblo quedó admirado
con ese caso estupendo;
todo el mundo fué leyendo
el rótulo de tal cuño;
decia: «Se vende chuño»
pero era de Putaendo.