Las manzanas del cura.

    De cierto pueblo el buen cura
Tiene un manzano cargado
De esa fruta que ha causado
La universal desventura;
I lo ama con tal locura,
Que desde hora mui temprana,
Contemplándolo se afana,
I entre su gozo profundo,
Esclama que vale un mundo
De ese árbol cada manzana.

    I cada una es tentación
De mozos i de chiquillos,
Que con muelas i colmillos,
Mordizcon tras mordizcon,
Un soberano atracon
Quisieran dar al manzano,
De noche oscura o temprano,
Si ese cura de alma bruta
Con los ladrones de fruta
No fuera tan inhumano

    ¡Ah, bribon! siempre está alerta
Pegado al árbol cual broche,
I cada vez que en la noche
Sobresaltado despierta,
Lueguito corre a la huerta
Su árbol querido a rondar,
Con un presero ¡Buen dar!
Que unas manzanas al cura,
Ni en dia ni en noche oscura
Se le puedan barajar!

    El cura, al fin, tuvo fiesta,
Sermon i misa cantada,
Que sería celebrada
Hasta con algo de orquesta;
Dormia el perro cual bestía,
I unos fieles, zorros viejos,
De las manzanas ni ollejos
Le dejaron, i él rabiaba,
Porque el robo divisaba
Del altar en los espejos.

    Gran raspa a los delincuentes
En el sermón les echó;
La devolución pidió
De su fruta a los oyentes,
I con frases elocuentes
Decia el cura locuaz:
Si por vergüenza tenaz,
No quieren en este instante
Tirármelas por delante,
Tírenmelas por detras.

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