Manuel Velasquez Saavedra
Se llamaba el desgraciado
Que en su celda solitaria
Se ahorcó por sus propias manos.
Recordarán mis lectores,
Según la prensa relata,
Que allá en las Vegas de Itata
Entre varios malhechores
Cometieron mil horrores,
Cuya relacion arredra
Al corazon mas de piedra.
Entre otrós, como asesino,
A Santiago tambien vino
Manuel Velasquez Saavedra.
Nadie aún talvez olvida
Que a unos cuatro fusilaron
I que su crímen pagaron
Con la pena merecida.
Otros salvaron la vida……
Si, digo que la han salvado,
Ménos Manuel que se ha ahorcado
I que entre su parasismo
¡Pantera! ¡tigre! a si mismo
Se llamaba el desgraciado.
Siempre de noche i de dia
El feroz re[mo]rdimiento
Mirar a cada momento
A sus víctimas le hacía.
En vano al Señor pedia
En incesante plegaria
La paciencia necesaria,
Pues creia estar ¡qué horror!
En el Infierno mejor
Que en su celda solitaria.
Un dia, por fin, despierta
Con la idea del suicidio:
Para salir del presidio
Una puerta hai solo abierta……
De los fierros de la puerta,
Que están del suelo cercanos,
Hizo esfuerzos sobrehumanos
Para sus medias colgar,
Conlas que, sin titubear,
Se ahorcó por sus propias manos.
Tomen ejemplo los mozos
De este pobre criminal
Que por la senda del mal
Quiso seguir sin embozos.
En oscuros calabozos
Irán a pasar los años
Los que por fines estraños
Procuran su bienestar,
Sin saber que han de encontrar
Penas solo i desengaños.
El Pequen.